Libre soy
Fabiana estaba buscando libertad, reecontrarse consigo misma. Ella no quería ser la misma de antes pero lo que sí quería era recuperar el amor que alguna vez tuvo por ella misma.
Fabiana estaba en la mitad del bosque, llevaba corriendo unos 20 minutos hasta que ya no pudo más, se derribo y comenzó a llorar. Tenía un nudo en el estómago, el corazón destrozado, ya no podía con tanta soledad, su vida ya no era la misma, no se sentía completa, había perdido el juego, ya no sentía nada, estaba viva sin estar viva, perdida en el abismo de sus pensamientos, de los sueños perdidos.
Ahí estaba a sus 23 años de edad con su camisón blanco lleno de sangre y un cuchillo en su mano, ¿qué estaba pasando? ¿en qué momento se equivocó? Fabiana lloraba y lloraba, veía la luna llena y luego vio sus manos, soltó el cuchillo y vio sus manos todas ensangrentadas, dio un grito desesperado y sabía que ya no había marcha atrás, él había recibido lo merecido pero ahora ella pagaría las consecuencias de sus malas decisiones.
Ella no quería que las cosas terminaran así, ella solo quería ser amada y nada más. Sabía que al momento de involucrarse con él su vida se pondría de cabeza, por eso le huyó, le dio la vuelta pero el encontraba la manera de acercarse, la acechaba, la buscaba, para él era sólo un juego, el típico del gato y el ratón, ella no tenía la más mínima oportunidad de ganar.
Fabiana llegó a su límite, ya no podía ser una sombra y vivir escondida entre dimes y diretes y fue así que decidió enfrentarlo. Lo espero en su apartamento como todos los jueves, solo que este jueves sería diferente, ella quería cambiar las reglas del juego, estaba cansada de sentir que no tenía el control, de sentirse usada. Todo había empezado como algo pasajero pero después de un año es difícil no involucrar sentimientos y el dejar ir es más complicado.
Ella ya se había cansado de mentir, de ser la otra, de ser pisoteada, de tener que convivir con la esposa, ya no podía más, quería todo o nada y no sería la única que sufriría.
Roberto llegó y todo iba como siempre hasta que Fabiana le dijo que ya no podía más, que lo quería solo para ella, que estaba harta de compartir y vivir escondida. Él se alejó, y le dijo como muchas otras veces que eso no pasaría, que no dejaría a su mujer, que ella sólo era una distracción de su realidad y nada más, a lo que ella contestó “después de todo este tiempo sigo siendo solo tú juguete”, Roberto le respondió “un juguete muy caro” y rio con una gran carcajada. Esa risa, esa maldita risa fue lo que ya no pudo soportar y fue ahí donde perdió todo conocimiento y cuando recobró conciencia ella ya estaba en medio del bosque llorando, ensangrentada y desesperada.
A lo lejos se escuchaba la ambulancia y la policia. Cuando al fin la encontraron Fabiana reía como una loca, los policías la esposaron y ella solo decía “Libre, libre soy”.